
Cuenta una historia que un día dos
viajeros cabalgaban por el antiguo camino. Tendieron unos cueros de camero y a
corta distancia dejaron sus caballos que se encontraban cansados por el largo
viaje desde Tarata y al pasar por la Quebrada del Diablo deciden
descansar unos breves instantes, es cerca de media noche, una densa niebla “Kamanchaca”
cubría el camino.
De pronto, escucharon unos pasos que se
acercaban, un desconocido estaba delante de ellos y los invitaba entrar en su
mansión al pasar la noche. En ese instante los arrieros se dan cuenta que a
pocos pasos se encontraba la mansión y llevados por una fuerza mayor lo siguen.
Ramón y Pedro así se llamaban los arrieros,
asombrados por lo que veían mucha comida, fruta, licores finísimos y
joyas de oro el señor decía:
-Esos son mis
tesoros
Al ver tanta riqueza
junta uno de ellos asombrado exclamó ¡Jesús!...
Y al instante desaparece todo, al
amanecer se dieron cuenta que tal mansión no existía y todo era como una mal
sueño, sin entender a ambos qué les había sucedido esa noche, lo extraño fue
que cada uno al día siguiente tenía en su mano una moneda de plata de tiempo
del Rey, y ellos asociaron al caballero de esa noche con el diablo “Supay”.
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